Es una sensación muy extraña y agridulce. La preocupación por familia, amigos, compañeros, usuarios…se mezcla con un profundo agradecimiento por estar aquí ahora y una sensación de ser realmente afortunada.
Quiero ser capaz de vivir este momento sin olvidarme de que es un regalo,mirando hacia la luz siempre y dando las gracias por todo. Pero a veces me pregunto cuál es mi sitio en esta historia.
Ayer, paseando por la playa desierta, tras cuatro kilómetros andando me invadió una profunda sensación de irrealidad. Estaba yo sola, algún pescador, gaviotas, peces, cangrejos… y un perrete, asombrado de encontrarme por el camino.
Desde aquí estoy reflexionando sobre mi mejor forma de haceros llegar esta luz, de ser ventana, en vez de espejo.
No sé si es una buena idea, pero me viene mucho a la mente, igual es solo una forma de darle un chicle al cerebro, para tenerle distraído y que no me incordie por un rato. Por aquí la vida se abre paso a su manera.
El miércoles tuve un momento de ansiedad y llanto. Las noticias que me van llegando de España me parten, después de horas de locura de teléfono en teléfono y de peregrinación entre la embajada y las aerolíneas no he conseguido sacar nada en claro. Solo que de momento es imposible volver, qué impotencia…
Estaba hecha un mar de lágrimas, pero Ketut me reconfortó, dándome palmaditas en la espalda y explicándome que todo está bien, que ellos están tranquilos, porque sienten que los dioses no han abandonado Bali, solo los turistas, con el ruido y la contaminación.
Para ellos es normal, terremotos, volcanes, tsunamis, plagas…están más que acostumbrados, ya saben que no son todopoderosos ni inmortales desde hace mucho tiempo.
Ella me explicó también que cada cierto tiempo la naturaleza se limpia a sí misma, y es parte del ciclo. En la cultura balinesa hay dioses de la creación, dioses que trabajan en la conservación ordenando el mundo, y dioses que destruyen, y todos tienen su cometido y son imprescindibles. Para crear nuevas realidades a veces hace falta borrar y empezar de nuevo, como la tormenta y las riadas…
Cada cosa tiene su momento y su lugar, piensan ellos.
Me figuro que es mucho más fácil sentir de esa manera, aunque mi mente occidental siga rumiando desastres, me estoy abrazando a esa paz con la esperanza de que muy pronto me lleve rumbo a casa.
De momento intento respirar hondo, sentir la tierra bajo mis pies, el sol sobre mi cabeza y repetirme a mi misma que todo va a salir bien y que estoy de vacaciones.
Pd: Estoy aprendiendo recetas, palabras y planteándome recopilar trocitos de espacios abiertos y llenos de luz para enviaroslos desde aquí y así aportar mi granito de arena en estos días de cuarentena que espero terminen pronto. ¿Qué os parece?
Os mando un abrazo cruza-océanos desde aquí. Os quiero y os pienso mucho.