No dejes que vuelvan


El día en que llames a casa,
y ya no te abra la puerta.
El día en que, yendo a la misa,
todos se cambien de acera.
El día en que calle mi risa,
el día en que grite mi ausencia.
El día en que eches de menos
que no me siente a tu mesa.

A discutir de política,
a estropearte la siesta,
a cantar la Bella Ciao,
mientras “Cara al sol” tú juegas.

Y nos reímos, cantando
las canciones de la guerra.
Nunca estaremos de acuerdo,
tú y yo, en este tema.

Nos gruñimos en la sopa,
y en el postre se supera,
firmamos la paz con un piti,
y nos queremos de vuelta.
Solo era un juego, papito,
jugábamos a la guerra.
El día en que acabe en el paro,
y nos cierren las escuelas,
el día  del hambre y la fiebre,
miedo y nada en la nevera,

El día en que corten la luz,
que se me acaben las velas,
la tarde en que abra la hucha
que le regalé a la nena

y salga a las cinco a comprar,
para barrerme las penas.
La noche en que vuelva pá casa,
con la compra y con las vueltas
caminando por la acera,
con la cabeza en las nubes,
pensando en qué hacer de cena,
y se me salten las lágrimas
presa de rabia e impotencia…

al verlos tan trajeados,
medallas, botas, banderas.
Me los cruzaré en la calle,
oiré su risas de cera,
 el doblar de las campanas…
se me tragará la tierra.

Entonces será muy tarde,
papá ¿no te darás cuenta?
el odio traerá más odio,
no apoyes a la derecha.
Sabor a hierro en los labios,
 en la sien latiendo venas,
un terror inenarrable,
el metal rasgando seda.

Esa noche, papaíto,
papel no ganará a piedra,
no habrá nadie a quién rezar,
nadie que evite que muera.

Ya no seremos los niños
que jugaban a la guerra.
Élla era la hija del Juan,
él, el nieto de la Petra.

Se cruzaron sin mirar,
les llevaron pa´las tierras,
no les preguntaron ná.
Nadie quería respuestas.

La historia de tantos abuelos,
la historia de tantas abuelas…
Ahora ya es tarde para ellos,
pero no dejes que vuelvan.

Nadie gritará «¡Ya vá!»
cuando golpeen la puerta.
No habrá nadie canturreando,
mientras fríe las croquetas.

Solo quedará ese rastro,
de oro rojo y cuatro perras,
olvidadas sobre asfalto,
a la hora de las fieras.
Ese día, padre amado,
tal vez entonces lo entiendas.
Pero ya será muy tarde,
sobre mi brotará hiedra.

Te dirán que estoy perdida,
que me fui por las veredas:
«¡¡Dios sabe con quién o a qué,
que esta chica era muy suelta..!!.»

No te creerás sus mentiras,
y sabrás que era bien cierta,
esa triste, vieja historia,
de los que a alzarse volvieran,

por olvidar el pasado,
y dar de comer a las hienas. 

Entonces, querido papi,

no me busques en cunetas.
Seré viento, mar y luna
Como Lorca y más poetas.

Seré un sueño que se parte,
seré una flor que se siega…
Aun no es tarde, padre amado,
ponles palos en las ruedas.

No dejes que se repita
esa historia que nos cuentan.
Te lo pido por tus nietos,
que aún ni existen siquiera.

No dejes que se repitan
las historias de la guerra.
Hazme un favor, mi papito:
No votes a la derecha.



2 comentarios en «No dejes que vuelvan»

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